jueves, 1 de diciembre de 2011

2.4 Contexto histórico literario

El siglo XVII es el gran siglo del teatro de la literatura universal, pues coinciden en escena autores tan importantes como Lope de Vega, Tirso de Molina y Calderón de la Barca en España, Christopher Marlowe y Shakespeare en Inglaterra y como representantes del llamado Teatro Isabelino y Corneille, Racine y Moliere en Francia.
En realidad, se trata de un periodo de máximo esplendor conocido como el siglo de oro en la literatura española o el Grand Siècle para la francesa, debido a la gran cantidad de autores que escriben en ese momento, tales como el fabulista Jean de La Fontaine ,Madame de La Fayette con la novela La princesa de Clèves etc.
Aunque hubo una pugna casi constante entre los partidarios del respeto a las normas clásicas y los defensores de la libertad creadora; lo cierto es que, sobre todo a partir de la segunda mitad del siglo, la literatura francesa se caracteriza por el respeto al clasicismo, de ahí que en teatro encontremos las siguientes características:

- Respeto de las tres unidades clásicas: unidad de acción (un solo tema), unidad de lugar (la acción debedesarrollarse en un solo escenario) y unidad de tiempo (la acción no durará más de un día)

- Separación de lo trágico y lo cómico.

- Finalidad moral de la obra.

- Respeto del decoro poético, evitando acontecimientos y palabras que atentaran contra el buen gusto.

En el contexto histórico hay que destacar acontecimientos como la victoria de Inglaterra sobre la Armada Invencible en 1588, que supuso la consagración de la hegemonía marítima inglesa; la guerra de los Treinta Años (1618-1648) y la sustitución de la hegemonía continental de España por la de Francia.

2.3 Obra del autor prestando especial atención a la obra seleccionada


JEAN-BAPTISTE POQUELIN “MOLIÈRE” (1622-1673) Es el autor más importante del teatro clásico francés. Conocía los temas de la literatura clásica pero en sus obras se basa, sobre todo, en la observación de la realidad. Pronto fundó su propia compañía teatral en la que compaginó su trabajo de actor con el de autor. Fue protegido del rey Luis XIV y de su hermano. Adoptó el pseudónimo de “Molière” porque el trabajo de actor era considerado deshonroso y no quería manchar el nombre familiar. Sus comienzos como actor y empresario teatral fueron muy duros. El objetivo del teatro de Molière es criticar cualquier comportamiento que se aleje de los cánones sociales y estéticos establecidos. Pero su mayor logro es la creación no de “tipos”, sino de personajes únicos, irrepetibles y desmesurados. Esto responde a una doble necesidad: agradar al público y conseguir su lucimiento como actor.
La escritura dramática de Molière presenta las siguientes características: a.- Aceptación de las reglas clásicas, sobre todo la regla de las tres unidades. b.- Reflejo de la sociedad de su tiempo, cuyos vicios y caracteres refleja y critica en su obra. c.- Uso de la literatura como instrumento moralizador. d.- Maestría en la creación de personajes que deben estar caracterizados por la verosimilitud, su profundidad psicológica y su caracterización. d.- Uso de múltiples recursos de comicidad (juegos de palabras, recursos gestuales, situaciones engañosas, etc.). f.- Lenguaje rico y expresivo que, siguiendo las reglas clásicas del decoro, adapta a las características de sus personajes.
Entre sus obras principales destacan las comedias tanto en prosa como en verso, las compuestas por un solo acto o por tres, las comedias-ballet (comédies-ballet).- es un género muy de moda en la época en Francia que anticipa el desembarco en París de la ópera italiana. Muchos son los títulos memorables de este autor, como La escuela de las mujeres, El Misátropo, Don Juan etc. pero sin duda destaca Le Tartuffe ou L’imposteur (Tartufo o El impostor) (1664).- que es la primera gran obra de Molière. Las primeras representaciones de esta obra, sin embargo, estuvieron marcadas por la polémica: El 12 de mayo de 1664 se estrenó ante Luis XIV una primera versión de la obra, que indignó a los devotos por su contenido. Estuvo entonces prohibida por durante cinco años, ya que suponía, según ellos, un ataque frontal a la religión, hasta que en 1669 el rey autorizó finalmente su representación y fue representada con gran éxito todos los años hasta la muerte de Molière. En el tiempo que estuvo prohibida, se siguieron haciendo lecturas o representaciones privadas de la obra, que, por otra parte, también estaban “condenadas” por la iglesia (el arzobispo de París llega a amenazar con la excomunión a cualquiera que represente o escuche la obra, a la que acusa de ser un virulento ataque a la religión).
Se ha escrito mucho sobre las verdaderas intenciones de Molière en el Tartufo, pero parece claro que el objeto principal de sus críticas es la figura del falso devoto. Desde principios de siglo XVII el devoto se había convertido en un tipo social importante en Francia, se entremetía en el gobierno de las casas pudientes e influía desde el punto de vista político en las decisiones también del rey.